miércoles, 7 de junio de 2017

Reseña: "Gris"


GRIS
Texto e ilustraciones: Silvi Hei
Gerbera Ediciones
2017


Gris de Silvi Hei, Gerbera Ediciones

Gris, el primer trabajo de la joven ilustradora Silvina Heianna (Silvi Hei), nos deleita con bellas ilustraciones donde el color gris tiene un rol protagónico. 

Una guarda a modo de mosaicos iguales, salvo por una rejilla que contrasta los tonos de gris, invita a pensar que por ahí se filtrará lo diferente. El color domina las escenas sin marco, a hoja completa. Las casas, los sacos, las carteras, las pelotas, los peluches; todo está dentro de la paleta de los grises, y parece ser todo igual. Sin embargo, en el conjunto, es posible distinguir leves detalles que los identifican como diferentes: un hilo suelto, rajaduras de paredes, botones ubicados en distintos lados de la prenda, costuras. Detalles en los que, evidentemente, los personajes no reparan y por eso surgen las peleas, y las imágenes se cubren de carteles buscando elementos que, en apariencia no son distintos.

El color gris carga con una mala prensa que lo asocia a la mediocridad, la adaptabilidad y el conformismo. 

Generalmente se lo relaciona con el aburrimiento, lo anticuado, la tristeza, la vejez; no es masculino ni femenino. Es un color sin fuerza, sin carácter. Surge como resultado de la debilidad del negro y la suciedad del blanco. Falto de personalidad, busca la adaptación en función de los colores que lo rodean. Representa todo lo contrario del amarillo, asociado a la alegría y la felicidad que se manifiesta levemente desde la tapa.



El señor Conejo observa desde lo más alto de la ciudad, en su modesto departamento aparecen nuevamente la lámpara y la silla que parecían carecer de sentido en la página de los créditos. Allí también cobra sentido la guarda como parte de la terraza de la casa. Incluso la rejilla, que permitía colar el viento de un cambio, permite comprobarlo al girar las hojas y observar a página completa casi la totalidad del espacio ocupado por flores multicolores entre los que sobresalen a simple vista los rojos, anaranjados; en menor medida los azules y violetas, y el amarillo, que se repite en la remera del Señor Conejo.

El color amarillo es un tono alegre y cálido; claro y luminoso; relacionado con el optimismo y un espíritu visionario. Paradójicamente junto al gris, el conjunto transmite inseguridad. Para que el amarillo resulte amable necesita tener siempre a su lado al naranja y al rojo. Es la tríada de colores de lo entretenido y todo lo que se le asocia: gozo de vivir, actividad, energía. 
Los colores azul y violeta que se destacan en menor medida en las flores del jardín transmiten simpatía, amistad, confianza, el primero; y el violeta, al ser un color mixto mezcla de rojo y azul representa la unión de lo femenino y lo masculino.
    
 

Como no iba a preocuparse el Señor Conejo entre tanto gris, que si bien igualaba a todo el mundo, provocaba serios problemas de convivencia justamente porque todo se mezclaba y nadie podía reclamar la propiedad sobre sus pertenencias. 

Así que tuvo una gran idea: arrojar desde el aire sus flores para que todo cobrara color; diversos, distintos colores se adueñaron de las casas, de las cosas y de la gente. La ciudad gris dejó de serlo y también el ánimo de las personas. Los colores aportaron aquello que antes no había: personalidad, posibilidad de identificación, diversidad, simpatía, amistad, confianza, alegría, y así el señor Conejo pudo descansar.

Este bello libro cuenta con tipografía OpenDyslexic, amigable para lectores con dislexia.
Una historia que invita a descubrir porque GRIS deja de serlo...

Adriana Baroni
(Junio 2017)

lunes, 1 de mayo de 2017

 "LA BELLA GRISELDA"

Libro álbum, comparte los mismos elementos que  otros textos literarios pero con  características propias, donde intervienen imagen, texto y pautas de un diseño artístico. Presenta un   llamativo formato, donde algunos son apaisados otros son rectangulares o en forma de álbum fotográfico, esta singularidad se debe complementar  visual con la textual. Las imágenes ocupan un espacio importante en la superficie de la página, existe un diálogo entre imagen y texto, una interconexión de códigos. Las imágenes llevan a una lectura que desborda la interpretación que el texto nos ofrece, predomina  tal vinculación   entre ambos lenguajes  para que los textos no puedan ser entendidos sin las imágenes y viceversa. 
Género narrativo nuevo,  tanto el escritor como  el ilustrador cumplen  una función estética  y lúdica muy importante.
Es un producto de la posmodernidad ideado para toda clase de lectores, niños y adultos, donde el texto actúa como indicador  de la imagen y  donde se descubren fuertes representaciones semánticas aportadas por otros lenguajes pictóricos.   

La  Bella Griselda nos muestra en la tapa, una sutil imagen de princesa   que nos lleva a pensar  una intertextualidad, se observa no solo a esta, sino también  a una   madrastra mirándose al espejo, esta imagen posee una relación recíproca entre el sujeto (princesa) y el objeto (libro)  que  nos traslada a imaginar su vida. La   percepción de  colores  como el blanco, el  azul, el negro y el amarillo ocre  nos muestran en estos signos plásticos una entrada en la historia, estas pistas de observación jerarquizan la visión según manifiesta Alekan.[1]
La preponderancia del azul alude a la atracción, al deseo que sentían los príncipes por la belleza de Griselda.
En el frontispicio  podemos observar como la ilustradora (también  escritora)  nos adelanta a través de una técnica de ilustración pura, como  es el sellado o esponjado [2] ,   jugando  con el color e incitando a la observación del lector.

En  la primer página del texto se observa una luz artificial que interactúa con lo lingüístico, también aparece una leve textura rodeando el texto en donde se contempla una   catacresis Es una figura retórica que consiste en utilizar metafóricamente una palabra para designar una realidad que carece de un término específico.  “… La princesa Griselda era tan hermosa que hacía perder la cabeza a cualquiera”.

Seguido de un plano de cuerpo entero, encuadrando el texto correspondiente a esa  imagen “…y no es solo un decir”
Luego aparece  una imagen  general ampliada a lo ancho de toda la página  combinada por tres colores, dividido por líneas curvas, rectas y punteadas en donde se recrean fenómenos sinestésicos ( Figura retórica que, además de la mezcla de sensaciones auditivas, visuales, gustativas, olfativas y táctiles, asocia elementos procedentes de los sentidos físicos con sensaciones internas (sentimientos). Se le vincula con  la metáfora, por lo que a veces recibe el nombre de metáfora sinestésica).  Y onomatopéyicos  (Se dice de las palabras o los sonidos que imitan ruidos, voces de animales y otras cosas parecidas.) ¡Ohhh!- ¡bella!- ¡cásate conmigo!  ¡Qué hermosa! Brrr! Chup chup, viviaaaao, que se repiten en otras páginas al igual que las formas y las texturas visuales que llaman al tacto. Llamadas estructuras semióticas, como proyección de nuestras estructuras perceptivas de las asociaciones  que nos orientan los signos icónicos y plásticos. Se repite la catacresis con la imagen en: “…y ése fue el día en que Griselda perdió la cabeza”.  El  lector encuentra  en este texto una polifonía de significados donde la autora/ilustradora  conjuga un mismo sentimiento para la imagen y el texto que se va a editar. 
La significación irónica  también presente     “…pero lo que más  le gustaba era armar rompecabezas”
 Hay un acto de contemplación de parte del lector, su manera de ver es distinta en el libro álbum, donde puede   mirar  detenidamente.

En este caso la autora,  nos refleja en su narración e imagen, la ironía de una princesa que rompe con el estereotipo de princesas bellas y buenas, recurre al sarcasmo para dibujar a su imagen y semejanza la vida de los príncipes del siglo XVI, los mitos y las leyendas.
El lector puede construir múltiples historias e interpretaciones en el texto, el juego del lenguaje, la intertextualidad aflora en cada una de sus páginas (la vida de Enrique VIII, la Reina Isabel I-  la Cenicienta-  la madrastra de Blancanieves- el jinete sin cabeza- y a la  mitología  griega (la belleza de Narciso).
Las imágenes ponen en juego estas miradas de ver el mundo, los trazos, los planos y los colores constituyen un nivel de significación que atrae, recrea y construye realidades en el otro, con sus fenómenos sinestésicos, sostiene en cada dibujo una estética simple y compleja al mismo tiempo, porque nos lleva a buscar mayor subjetividad para descifrar las incertidumbres textuales e icónicas.
Un libro que abre múltiples lecturas pero sobre todo, abre en los niños y adultos muchos interrogantes.
                                                                                                                                         Claudia Farias



[1] Alekan en Martine Joly-Aportes teóricos a partir de los signos plásticos, asociación de significados.
[2] Técnica de ilustración, realizadas con disolventes líquidos, aplicados a través de un instrumento como: la esponja o sellos.